Afuera hay sol.
No es más que un sol
pero los hombres lo miran
y después cantan.
Yo no sé del sol.
Yo sé la melodía del ángel
y el sermón caliente
del último viento.
Sé gritar hasta el alba
cuando la muerte se posa desnuda
en mi sombra.
Yo lloro debajo de mi nombre.
Yo agito pañuelos en la noche y barcos sedientos de realidad
bailan conmigo.
Yo oculto clavos
para escarnecer a mis sueños enfermos.
Afuera hay sol.
Yo me visto de cenizas.
(Alejandra Pizarnik, de Las aventuras perdidas, 1958)
1 comentario:
(...) A mediados de 1972 estuvo internada cinco meses en el hospital siquiatrico Pirovano (Buenos Aires) y en un permiso para pasar el fin de semana en su casa, se quitó la vida con una sobredosis de seconal sódico. Tenía treinta y seis años de edad...
Triste final, para liberarse de una jaula, al fin...
preta
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