Todos los días
de una semana muy larga,
quiso hacerlo, intentarlo.
Enfrentar el momento
de mirarse cara a cara con él; blanco e insípido,
poblado de manchas,
como rayones
de una científica composición.
Tan desprevenido del futuro,
delante de ella:
ya no era nada,
lo mismo que un simple nombre
que se retarde en su pronunciación.